RASTROS DE FAUNA
Todas las personas que salimos al campo sabemos que no es nada fácil la observación directa de fauna, sobretodo la de mamíferos. Son discretos, escasos, muy precavidos y suelen ser nocturnos, así que la mayoría de las veces los resultados son desalentadores.
Pero hay algo que no pueden evitar: dejar sus rastros. Porque vivir deja huella.
EL RASTREO.
Además de las huellas, muchos otros rastros dan pistas sobre los hábitos y actividades de los animales. Árboles sin corteza, restos de alimentación, excrementos, pelo, cuernas, plumas, huesos, nidos, agujeros, túneles, senderos, y zonas de reposo indican actividad de animales que ayuda a identificar especies de fauna.
El rastreo comienza buscando indicios que pueden ser, a menudo, efímeros. Los rastros se degradan rápidamente, se descomponen o pueden ser borrados o eliminados por otras especies animales.
También las condiciones meteorológicas lo provocan: el sol, la lluvia o el viento pueden hacer desaparecer los rastros de los animales que estamos buscando o, incluso, la frecuencia de paseantes o ciclistas por la zona donde se encuentran los mismos.
Hay muchos tipos de rastros diferentes que podemos encontrar. Los más comunes son las huellas y los excrementos, pero también hay otros que se clasifican por la propia tipología de los indicios:
1. Procedentes del desplazamiento (huellas).
2. Por su alimentación (excrementos, egagrópilas).
3. Por su comportamiento (marcajes territoriales, arañazos en troncos de árboles, escodaduras de ciervo, revolcaderos, etc...).
4. Para su protección y refugio (madrigueras, encames, nidos).
5. Restos corporales (plumas, huesos, cuernas, cadáveres).