LA CIGÜEÑA BLANCA (Ciconia ciconia)
CIGÜEÑA BLANCA (Ciconia ciconia)
Pocas aves resultan tan familiares e inconfundibles como la cigüeña blanca, pues está muy ligada al hombre y a sus actividades productivas.
De gran tamaño y envergadura, luce un característico plumaje blanco con las plumas de vuelo de color negro, pico rojo anaranjado intenso en el caso de los adultos y prácticamente negro en los pollos. En vuelo adopta una postura característica, con el cuello y las patas estiradas.
El sonido más característico de la especie es un sonoro castañeteo producido al entrechocar las mandíbulas, conocido como “crotoreo”, que el ave ejecuta como saludo hacia su pareja.
La cigüeña blanca es un típico migrador transahariano que, hasta hace relativamente poco tiempo, solo aparecía en territorio ibérico durante la época de reproducción. En los últimos años, sin embargo, contamos con un creciente número de aves nativas invernantes, a las que se unen bastantes ejemplares centroeuropeos.
En nuestra zona de campeo elige árboles para nidificar, a veces en compañía de garzas, garcillas y otras zancudas. Sin embargo, el nido se sitúa con frecuencia —más del 50% de los conocidos en España así lo hacen— en todo tipo de construcciones humanas.
La plataforma del nido es una enorme pila de ramas, palos y raíces, que suele contener además tierra, hierbas, plásticos y papel, y que puede llegar a medir dos metros de diámetro y pesar unas dos toneladas. La pareja se une de por vida y reutiliza el nido durante un buen número de años. Al abrigo de tan inmensa construcción suelen nidificar también gorriones comunes o morunos, grajillas, estorninos y otras aves.