CORZO (Capreolus capreolus)
El más pequeño de los cérvidos europeos presenta unas extremidades traseras potentes, adaptadas al salto. Destaca una franja negra en el hocico, grandes orejas, un escudo anal blanco con pelo erizable, y astas con tres puntas en los machos, que se renuevan anualmente. Tiene dos mudas al año, en primavera y en otoño; el manto de invierno es tupido y de color gris, y el de verano corto con tonalidades más pardas.
Una de sus características más sobresalientes es su capacidad de adaptación, tanto en lo que se refiere al hábitat como a los alimentos que componen su dieta. Las poblaciones del centro y norte peninsular han experimentado un crecimiento durante la última década, acompañado de una expansión desde las zonas más montañosas y forestales, hacia la periferia de zonas agrícolas próximas a áreas urbanas como es nuestro caso.
Es una especie de hábitos crepusculares, siendo más fácil su avistamiento al amanecer y en el ocaso, mientras que durante el resto del día suele estar refugiado en la espesura. El corzo vive habitualmente en pequeños grupos familiares o en solitario. Los machos suelen estar solos mientras que a las hembras se las puede ver durante la mayor parte del año acompañadas de sus crías. A veces durante el invierno se reúnen en grupos que quedan disueltos al llegar la primavera.
Una característica diferenciadora del corzo es que las hembras tienen una implantación diferida de los óvulos (diapausa embrionaria), lo cual permite que sea el propio animal el que induzca la gestación en un momento favorable, que generalmente es en la primavera del año posterior a ser cubiertas.
Los partos se producen generalmente en el mes de mayo y suelen ser gemelares. La lactancia de las crías dura unos meses, tiempo este en el que los corcinos permanecen ocultos entre la vegetación, a cierta distancia de la madre, siendo muy difícil localizarlos. La madre enseña a las crías las mejores zonas de alimentación, cómo usar su entorno y las mejores estrategias de defensa, para que cuando ya tienen un año puedan ser totalmente independientes.
En la mitad norte de España es presa habitual del lobo. La tan característica "ladra del corzo" es el sonido que realiza como señal de alarma al descubrir un peligro (también en época de celo). En nuestra zona, solo las crías en edades tempranas son sensibles al impacto de zorros, perros asilvestrados, y en general a cualquier depredador.